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 La luthería como arte y ciencia artesanal

José Luis España M.

El arte de la luthería nació en el ser humano como la necesidad de construir una herramienta espiritual para crear una comunicación a través de sonidos y frecuencias hábilmente configuradas para entrar en resonancia y consonancia con el universo circundante.

La música, que va desde un murmullo de maracas de las comunidades chamánicas hasta las fastuosas representaciones sinfónicas de las ideas más elaboradas por el mundo académico, tienen cabida en el cordón umbilical que conecta el linaje humano con la sabiduría etérica que percibimos mediante la práctica del arte musical.

La luthería como artesanía, arte y ciencia es la responsable de que cada parte de estos instrumentos: violines, violas, violoncellos, laúdes, entre otros, estén íntimamente relacionadas en términos de proporciones, resonancias y frecuencias para un óptimo desempeño acústico y musical. En la construcción de estos instrumentos entran en juego leyes de la física que permiten establecer las propiedades de la madera y la electroacústica, que define los campos sonoros que se activan en la tapa, trastapa y aros de un violín; amén de lo más importante, la intuición y la mística que transformarán la madera en espíritus sublimes al servicio del músico.

La belleza del diseño del violín, sus proporciones y su sonido, se los debemos al gran talento y fuerza creadora del heredero de Nicola Amati, el maestro Antonio Stradivarius (1644 – 1737), cuyo diseño no se ha modificado desde entonces.

Las maderas utilizadas son especies exóticas originarias de Europa, Asia y África tales como: arce flameado de los Balcanes, abeto alemán, ébano africano, etc., cuidadosamente tratadas y seleccionadas para fines artísticos.

José Luis España M., es un luthier que nació en Pasto (Colombia) en el año de 1960. Inició sus estudios de música en la Universidad de Nariño en 1985. El primer violín lo construyó a los 22 años, posteriormente abordó la construcción de un violoncello al que logró darle tal sonoridad que fue motivo de admiración en el círculo de músicos regionales.

Fundamental en la formación autodidacta de su técnica fue el aporte de las investigaciones de la bioquímica estadounidense Carleen Maley Hutchins, quien en publicaciones, revistas y libros desvelaba los misterios del comportamiento físico y acústico de los instrumentos de arco.

En 1996 viajó a París para realizar estudios de restauración, talleres prácticos de luthería en la ciudad de Orlión y visitas a grandes maestros de la luthería contemporánea en Cremona y Bolonia en Italia, cuna de los famosos Amati, Stradivarius y Guarnerius.

Sus obras, que abarcan los períodos medieval, renacentista, barroco y clásico, han trascendido las fronteras nacionales y son admiradas en países como España, Argentina, Venezuela, Estados Unidos, Francia, Finlandia, Bélgica, Suecia, Italia y Alemania.

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